20.2.06

Dias de presidentes

Washington le gusta celebrar a sus lideres de ataño. De alguna forma -nos imaginamos- y con ganas, ya que es uno de los pocos feriados por estos lados.

Las vacaciones en Cachagua, Algarrobo, Maitencillo, Zapallar y Pucón fueron bruscamente acortadas cuando se anunció que la presi electa llegaría a Santiago, ayer domingo, por la noche. Se cuenta que las micros y trenes estaban llenas por políticos y sus amigos, ansiosos de estar en primera fila del comité de bienvenida. Era una ocasión que no se podía perder. Las listas (algunas más largas que otras) con nombres y apellidos de ‘lo mejor de lo mejor’ de Chile ya se mandaron y ahora solo quedaba esperar con las manos estrechadas y harta gomina en el pelo. Pero no. El asunto fracasó. La Miche, mediante su nuevo mensajero, el Chico Zaldivar (que apropos no será compartido por su mujer según se ralata en lun.cl) hizo saber que no llega hasta el martes por la noche. El suspenso de 48 horas se agrega al que tiene a medio mundo con colitis. Los partidos inmediatamente comunicaron a la prensa que ‘ni porsiaca’ tenían listas hechas y que “aquí manda la presidenta”. Los únicos consecuentes son los radicales que operan -as always- bajo el lema “en pedir no hay engaño”.

Al chico Z lo acosaron después de una reunión con el saliente plomo Vidal. Mientras trataba de decir nada con muchas palabras -y a paso lento como acostumbra- Puccio mostraba dotes de seductor. Según el cuatriministro, toda una revelación de verano, la “transición se ha hecho con mucho cariño”. La prensa ya ni intenta especular quienes ocuparán los miles de sillones apetecidos. Las curvas ya dio su veredicto en las subsecretarias. Esta claro que hasta ahora el que se mueve pierde.

Simultaneamente, la despedida de Lagos se está transformando en un carrete multitudinario. Se despide también -y con mucho cariño- a Longueira (?!). Alguien muy sabia me dijo que no importaba que Lagos se postulara nuevamente en 2009, pero eso sí, bajo la bandera que le corresponde, la de la Alianza.

Un, dos, tres ¡MOMIO!

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