10.3.08

La Bruni: La revancha de las modelos

No es que su actual pareja sea igualita a la antigua. Ni que sea hiperactivo o ande por el mundo sin hacerle mucho caso a la idea del sueño europeo de los jerarcas de la UE. Tampoco son sus ansias mediáticas. No pues, la culpa, simplemente, la tiene París.

Hace un tiempo, en un profundo análisis de los primeros meses del Gobierno de Sarkozy -que sólo puede ser en un asado bien regado-, Cristóbal y Andrés quedaron atónitos y enrabiados con mi declaración de que la cultura francesa era fascista y, peor, machista.

Afirmé que nada bueno ni malo había salido de París y que la supuesta revolución ciudadana no era más que un trozo de papel que nunca fue creado para ser respetado ni mucho menos implementado.

"¡Bah! Fraternité, egalité, leseras y palabras sin sentido", dije mientras las protestas subían de temperatura. "¿Cómo me explican que existe un ‘mercado de filósofos’? ¿O que los best sellers franceses son de puros hombres que se dedican full time a pensar, repensar y masticar en una avalancha aburridísima sobre la levedad del cangrejo?".

El ejemplo más potente era que sólo los hombres de la intelligensia parisina se abocan a lo de "pensar": no hay ninguna Sartre ni Foucault ni menos una Henry-Levy. A la mujer la relegaban, porque alguien debía criar a los hijos y parar la olla. "Es culpa de la dictadura de la cultura", sentencié.

Andrés agarró el micrófono y declaró en tono ceremonial: "Estás diciendo una barbaridad. Este mundo no sería lo mismo sin Francia. Nos dió la civilización".

Cristóbal interrumpía con una larga lista de connotados literatos, dando testimonio sobre el legado de la famosa cultura francesa que, aseguraba, salvó al mundo.

Pero como no me convencían, encendieron la artillería pesada y comenzaron a revelar las bondades de le garçonniere, institución gala por excelencia que no es más que un departamento que se usa para los affaires. Un arreglo que no tiene nada de escandaloso, porque la vida de cada uno se supone privada.

O sea, es una tradición tan burguesa que, como todo lo burgués, aspira a ser un capital para subirle los bonos al macho. Tanto, que hasta que apareció Sarkó, un Presidente francés no podía ni soñar ser respetado ni menos elegido si es que no existían rumores de que tenía al menos una amante. Era su plus electoral.

El Sarkó, hijo de inmigrantes y lo más fuera de lo común de la esfera de poder en París, destronó a Ségoléne con una campaña basada en el cambio absoluto. Su mandato reposaría en que iba a hacer y deshacer todo. No podía contrastar más con su oponente, víctima de haber hecho todo lo que correspondía y un poco más.

Obvié las protestas y señalé qué, justamente, como mujer, con estudios en la ENAC y un marido ad hoc, Segó no fue electa porque era lo que no cabe en un garçonniere: mujer profesional, madre y con ambiciones propias.

Andrés estaba indignado: "Nunca he escuchado que acusaran a los franceses de fascistas si son la cuna de la independencia cívica del mundo".

Y yo respondí: "El Estado está en todas partes, la cultura francesa no deja respirar y hace creer que con tal que tengas una garçonniere -o aspires a una- la cosa está equilibrada. Basta ver las películas esotéricas del cine francés para darse cuenta de que su vida es una lata".

Cristóbal, observando cómo la champaña se acababa, recordó la resistencia a los nazis y dijo que la ex esposa de Sarkó "es preciosa. Una ex modelo".

Ahora que el mediático Sarkó tiene una nueva mujer, recordé el incidente. Pongo énfasis en "tener", que supone ser propietario de alguien. Desde su primer flechazo en la casa de un publicista hasta las primeras fotos, la primera boda, y el primer mensaje de texto fugado a la prensa, su affaire alimenta a la prensa internacional, obsesionada con los atributos superficiales de la modelo.

Los podrían acusar de ser un legado nefasto de la cultura francesa: todo el machismo expuesto en los flashes de los paparazzi, lo que no impide que sea un buen negocio tanto para Sarkó como para la prensa.

Aunque de vez en cuando se reconozca la profesión de Bruni -"es una cantautora" se señala jocosamente- en seguida se cita la lista de ex amores. Usualmente Mick Jagger y el mito de que fueron sorprendidos por su esposa, la tejana y también modelo Jerry.

Se ha tejido la imagen de una "comehombres", que no vacila en "quitarle el marido" a otra si le bajan ganas. Ser modelo puede ser trágico para cualquiera que carezca de buena autodefensa. Las descalificaciones pueden quebrarte, porque la sentencia es inmediata: sirves o no sirves para vender tal o cual producto.

La Carla es una mujer culta y supo -como la camada de las súper modelos de los ’80- manejar sus atributos al son del negocio de la moda y la política. La idea de que la mujer bonita es alguien hueco y tonto remonta a la percepción de que lo bello es moldeable y por ende, falso.

Y como toda superficialidad puede desecharse. Eso es cierto. Pero las modelos que sobreviven a la competencia animalesca de las pasarelas de Milán, París, Nueva York, y ahora, Londres, saben que no son ellas las que figuran en las imágenes. Conocimiento bastante exclusivo, porque ni los consumidores ni los políticos reparan en enjuiciar el significado de cada imagen. Algo muy parecido al sistema cultural francés: si hay mercado, hay demanda, y hay que vender o venderse bien.

El buen Presidente de Francia cree que con tal de llevar la modelo al garçonniere, ha cimentado su derecho cultural, porque según sus cálculos, su penetración en la sociedad sería más beneficiosa. Pretende institucionalizarse.

En cambio, con la irrupción de Bruni la cultura francesa se encuentra ante una verdadera revolución.

Aunque se crea lo opuesto, ella no está para encubrir la gestión del outsider Sarkó ni para ser analizada en libracos filosóficos. Ella está para romper el mito de las modelos y de paso, el mito democrático francés. Simplemente porque es una mujer de carne y hueso que piensa de corrido...Todo lo supera la imaginación más sabrosa de los filósofos. Y contra eso no puede competir ni el best seller más rebuscado.

(Columna PERSPECTIVA INTERNACIONAL, publicada en La Nación, 10 de marzo de 2008)

8 comentarios:

Jaime Ceresa® dijo...

Me ha llamado la atención cosas que leo que hablan de un aprovechamiento de la Bruni en todo esto...

¿Para qué? La hija de una de las personas con más lucas del mundo (el dueño de los neumáticos Pirelli), que es conocida por si sola, etc., no la necesita..todo el escándalo dado en Francia me parece demás..lo que haga en temas de faldas Sarko es problema único y de él creo yo.-

Cuídate Monse.-

Tomas Bradanovic dijo...

Francois Sagan, Mon Dieu!!!
Bonjour Tristesse, lo escribió a los 19 años

Montserrat Nicolás dijo...

James:
Lo bonito no quita lo valiente.
TB:
Explayese que acá no hay paciencia con expresiones existencialistas...


bests-

Tomas Bradanovic dijo...

"¿O que los best sellers franceses son de puros hombres..."
easy

En todo caso los franceses tienen esa chifladura de "la antorcha de la civilización", cuando la civilización les debe muy poco, exceptuando a Descartes. Además son pesados y petulantes, excepto cuando salen de Francia. Tienen todos los defectos latinos y casi ninguna de sus virtudes.

venus (en el pudridero) dijo...

Pecado de omisión:
El 9 de enero se cumplieron cien años del nacimiento de Simone de Beauvoir.

Y la verdad, no creo que a la Beauvoir le haya gustado el show.

Vé.

Montserrat Nicolás dijo...

Venus:

La simoneeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee...Claro, a ella no la pezcaron todo lo que deberían por la simple razón de ser mujer y pertenecer -comme on a dit- al bruto de sartre...

una golondrina no hace un verano...

besus V y que haya llegado la primavera.

marcecubi dijo...

Desde que te conocí, vía TWR, te sigo y me divierto con tus comentarios. Me gusta tu espíritu crítico y combativo. Ah, eso sí, hablo de divertir a la Clásica, o sea otium: gozar y pensar.

En general, no comparto la idea de una cultura francesa machista porque eso la colocaría igual que nosotros (digo los chilenitos). Conozco Francia y noto las profundas diferencias. Sin embargo, debo confersar que me sigue gustando que me abran la puerta del auto, me traten con cuidado y tantas otras pequeñeses que alivianan la vida, si uno las sabe llevar. Eso no pasaría en Francia...mal que mal...alguna ventaja podemos sacar en esta tierra machista!

También mencionas que casi no hay mujeres "pensantes" reconocidas por los francesas, pero creo que olvidas varias, Jacqueline de Romilly y Margarite Yourcenar, por nombrar sólo dos ejemplos.

Tal vez, más allá de la Bruni, el problema de fondo es que la Cultura de Occidente se ha construído sobre un pilar fundamentalmente patriarcal...y eso sí que aflora pa'l lado de acá de Greenwich!

Saludos cálidos desde la tierra de las papayas!

Waira dijo...

Los franceses son raros, hay tipos petulantes y pesados, hay mujeres guapas y admirables, existen argelinos y otro grangrupo de inmigrantes, además está Zarko y sus ministros tratando de que los antes mencionados se vayan , poniendo temas tan perpicaces como la identidad nacional y la Burka. Poniendo contra la espada y la pared.

Pero en la sociedad en si imagino que la crisis económica de Europa sacó a relucir lo más feo de la cultura o identidad francesa con luces de night club, el comerse los unos a los otros y pasarse por el culo la egalité y la fraternité.

De todas maneras los tipos franceses a través de la historia, así como en la mayoría de las culturas, son unos machistas de mierda, como también muy fascistas y vanguardistas, eso no lo discute absolutamente nadie.

Creo que después de escribir este comentario me dió miedo, creo que no debería haberle quitado la novia a Jeremie, el ex novio (francés) de mi ex novia (francesa).