Curvaspolíticas anuncia el triste fallecimiento de la Universidad pública, bajo la mano de un grupo ‘progre’ que han operado dentro del Ministerio de Educación, por más de una década (lease Pilar Armanet Armanet) en pos de entregarle a la empresa privada más de 500.000 clientes. Tendrá consecuencias funestas. La economia mundial -a un ritmo accelerado- parcialmente se ha especializado en una economia creativa. Chile no será parte de la construcción de una sociedad creativa mundial que lige al desarrollo humano con el económico, que tome en cuenta y apoye los talentos y destrezas de cada ciudadano (de invertir en su gente, crear más capital creativo y mantener una sociedad abierta y tolerante). Contrariamente, Chile asegura que sus sectores de servicios y producción de materia prima sigan enterrados bajo los mandatos de una economia industrial añeja, sin crear oportunidades ni valorar las ideas que emergen de su gente. Se quedará en la infraestructura industrial (caminos, puentes, puertos, aeropuertos, ferrocarriles) sin invertir en una infra creativa que es nada menos, la inversión en capital humano. Tampoco aumentará la habilidad o capacidad de educar los ciudadanos desde su infancia hasta la eduación superior. Las Universidades siempre han sido el lugar predilecto para un avance social, tanto nacional como individual. Tambien han sido espacios que entregaban lideres en todos los ámbitos intelectuales y fueron -de alguna manera- las que promovieron la tolerancia y el talento. Ahora, se han transformado en un medio empresarial donde el conocimiento se convertió en mercancia. De pronto, parece que es cosa de entrenar ciudadanos para la linea de asemblaje, signo de la edad industrial. El grave error, o hybris, de aquellos que anuncian la ‘democratización de la educación’ ha sido pensar que el mercado solucionaría los problemas de acceso de los ciudadanos. Acceso que se obtiene según situación financiera y que desde ahora contará con el aval del Estado. Resulta más económico así, además de obligar a las instituciones tradicionales (ex Universidad de Chile) de autogestionarse en lo económico, lo que a su vez, entrampa el desarrollo libre del conocimiento. La universidades privadas (mal llamadas sin fines de lucro) acaparan mayoritariamente los sectores menos afluentes y entrega una educación deficiente. Ante esto, y gracias a la tradición chilena, el valor histórico y preferencia de los chilenos hacia dos Universidades (la Chile y la Católica) y su adelanto en la carrera por los clientes, solo la Chile se verá perjudicada por su ‘deuda histórica’. No fue por casualidad que uno de los primeros pasos de la Dictadura consistió en quebrar el poder de la Universidad de Chile, al ‘descentralizarla’ y achacarle las deudas enteras que hasta hoy no tienen solución. Según P.Armanet es solo cuestión de ‘echarle mano’ (propuesta poco académica): “Si es que queda un brecha, ésta se puede subsanar echando mano al crédito Corfo, créditos bancarios o incluso líneas de crédito complementarias que las propias universidades ya generan”. Como si fuese cosa de endeudarse más y vender sus productos según la demanda del mercado. Julio Cesar dijo que “No es hybris si no se fracasa”. Los Nuevos estatutos de la Universidad de Chile es el último clavo en la ataúd de lo que alguna vez fue un proyecto de educación pública. Lagos hoy, oficialmente, le quitará la denominación ‘de Chile’ para convertirla en ‘chilena’. Porque de Chile no tiene nada.
29.11.05
Estamos de luto
Curvaspolíticas anuncia el triste fallecimiento de la Universidad pública, bajo la mano de un grupo ‘progre’ que han operado dentro del Ministerio de Educación, por más de una década (lease Pilar Armanet Armanet) en pos de entregarle a la empresa privada más de 500.000 clientes. Tendrá consecuencias funestas. La economia mundial -a un ritmo accelerado- parcialmente se ha especializado en una economia creativa. Chile no será parte de la construcción de una sociedad creativa mundial que lige al desarrollo humano con el económico, que tome en cuenta y apoye los talentos y destrezas de cada ciudadano (de invertir en su gente, crear más capital creativo y mantener una sociedad abierta y tolerante). Contrariamente, Chile asegura que sus sectores de servicios y producción de materia prima sigan enterrados bajo los mandatos de una economia industrial añeja, sin crear oportunidades ni valorar las ideas que emergen de su gente. Se quedará en la infraestructura industrial (caminos, puentes, puertos, aeropuertos, ferrocarriles) sin invertir en una infra creativa que es nada menos, la inversión en capital humano. Tampoco aumentará la habilidad o capacidad de educar los ciudadanos desde su infancia hasta la eduación superior. Las Universidades siempre han sido el lugar predilecto para un avance social, tanto nacional como individual. Tambien han sido espacios que entregaban lideres en todos los ámbitos intelectuales y fueron -de alguna manera- las que promovieron la tolerancia y el talento. Ahora, se han transformado en un medio empresarial donde el conocimiento se convertió en mercancia. De pronto, parece que es cosa de entrenar ciudadanos para la linea de asemblaje, signo de la edad industrial. El grave error, o hybris, de aquellos que anuncian la ‘democratización de la educación’ ha sido pensar que el mercado solucionaría los problemas de acceso de los ciudadanos. Acceso que se obtiene según situación financiera y que desde ahora contará con el aval del Estado. Resulta más económico así, además de obligar a las instituciones tradicionales (ex Universidad de Chile) de autogestionarse en lo económico, lo que a su vez, entrampa el desarrollo libre del conocimiento. La universidades privadas (mal llamadas sin fines de lucro) acaparan mayoritariamente los sectores menos afluentes y entrega una educación deficiente. Ante esto, y gracias a la tradición chilena, el valor histórico y preferencia de los chilenos hacia dos Universidades (la Chile y la Católica) y su adelanto en la carrera por los clientes, solo la Chile se verá perjudicada por su ‘deuda histórica’. No fue por casualidad que uno de los primeros pasos de la Dictadura consistió en quebrar el poder de la Universidad de Chile, al ‘descentralizarla’ y achacarle las deudas enteras que hasta hoy no tienen solución. Según P.Armanet es solo cuestión de ‘echarle mano’ (propuesta poco académica): “Si es que queda un brecha, ésta se puede subsanar echando mano al crédito Corfo, créditos bancarios o incluso líneas de crédito complementarias que las propias universidades ya generan”. Como si fuese cosa de endeudarse más y vender sus productos según la demanda del mercado. Julio Cesar dijo que “No es hybris si no se fracasa”. Los Nuevos estatutos de la Universidad de Chile es el último clavo en la ataúd de lo que alguna vez fue un proyecto de educación pública. Lagos hoy, oficialmente, le quitará la denominación ‘de Chile’ para convertirla en ‘chilena’. Porque de Chile no tiene nada.
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por
Montserrat Nicolás
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10:57
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