18.3.08

Persecusión chilena (no como antes)

"¿Sabes lo que se dice sobre los chilenos ahora?" nos preguntó jocosamente el diplomático estadounidense.

Pusimos cara de agotadas ya que esto de SER chilena ahora último NO EXACTAMENTE es una medalla de oro en el circuito internacional en Washington DC.


"Se identifican por ser argentinos mal vestidos."

Ni nos ofendimos. Después de todo, y basándonos en observaciones hiper científicas, tenía razón. "O sea, ¿arrogantes pero con mala percha?" le preguntamos de vuelta.

"SIp" respondió el amigo tomando un sorbo del vino.

Well, well, well...


Hace ya un tiempo que ponderamos las consecuencias de tanto chileno suelto por el mundo que han dejado atrás ese aire humilde para penetrar las instancias más altas de la esfera de relaciones internacionales. Lo que nunca nos ha quedado muy claro es si acaso se trata de una cuestión cultural o peor, económica.

Resulta que figurabamos en una cena esquicita, hecha por un gran chef y amigo muy querido. El amigo había invitado a una pareja chilena para que pasaramos un buen rato en su casa. Lo pasamos increible, más por la hospitalidad cálida de los anfitriones que por otra cosa. La otra pareja parecían unas personas decentes con hartos cuentos que contar por lo que la conversa se extendió en la noche. Se arregló el mundo y se comentó sobre la levedad de la patria lejana.

Dos días después, las Curvas observamos el arreglo multilateral en la OEA. Era el momento en que Ecuador y Colombia se veían las caras por el ataque en suelo ecuatoriano. Pasaban las horas y entre tanta negociación a puertas cerradas entablamos unas mil conversas con medio mundo. Es decir, con los amigotes (o "fuentes mas o menos confiables"). Fue simpático.

Sin embargo, algunos nos empezaron a comentar que los mandos más altos de la organización no veían con buenos ojos nuestra presencia en el local. Lo encontramos gracioso porque -aunque nos creamos el centro del mundo, estamos consciente de que hay ciertas prioridades más importantes que las Curvas, especialmente cuando se está tratando de solucionar un conflicto que involucra la violación de una soberanía- ya es surreal la obsesión y de poca monta las amenazas.

Ahora bien, lo que si nos sorprendió fue el hecho que el origen de la milanesa era que la misma señora que estuvo desgustando una cena cálida con las Curves días antes se dedicó -a viva voz- transmitir todo lo dicho de esa noche (obviando, of course, los detalles positivos) al círculo selecto de la OEA. Para variar, y tal como indica el manual de los chilenos obsesionados en la organización, tuvo sus consecuencias...(más sobre eso en un próximo posteo y en nuestro libro sobre el Panzer.)

Igual, las sociedades represivas -para lograr su propósito- siempre han necesitado que dentro de la misma población existan personas que sean capaces de 'delatar' al prójimo. De hecho, 50% de la red de una fuerza tan temida como la Gestapo, estaba compuesta por 'informantes'; dueñas de casa, carteros, hermanos y primos, etc. que no vacilaban en perjudicar quien sea con tal de ganar uno que otro favor. O por la simple razón que creían en el proyecto nacional. Es el mismo mecanismo que dividió a miles de familias durante la dictadura en Chile.

Pero ya no estamos en dictadura. Y ya no estamos en Chile.

Por eso podemos concluir que la señora en cuestión ha demostrado pésimos modales. La picantería de andar contando lo que se dice y no se dice en una cena privada (y se supone "off the record" porque sino, para qué invitar gente a la casa...) es quizás la rotería chilena más grande que hemos padecido en Washington DC. Además, quiebra el cariño que mostraron los anfitriones.

Con todo, seguiremos observando la finura chilena que, al parecer, aumenta en el exterior y da vergüenza ajena.

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