27.2.06

Recuerdo a Olof Palme

Estabamos en el ascensor, mi padre y yo, en camino a una reunión. De repente, un hombre alto y narigón se sube y nos saluda. No me acuerdo sobre qué hablaron pero si la pregunta típica que parece que ya ni se les pregunta a los niños; -¿Y qué quieres ser cuando grande?-. El señor tenía aspecto amable y ya que mi progenitor conversaba con él, mi desconfianza de 7 años se desarmó por un instante y le contesté: -Presidenta de Chile-. No se río ni nada parecido. Más bien, me miró con cara de admiración y me dijo: -Pues bien, estoy seguro de que lo lograrás-.

Esta visión megalomaniática ya se esfumó pero queda el recuerdo de Olof, cercano y traspapelado. Un hombre que nunca dudaba de poner la humanidad por sobre y frente de la avalancha de los intereses económicos egoístas. Años después, a mi como a muchos otros, el asesinato de Olof fue traumático. Nuestros vecinos llegaron -no más enterados de la noticia- a nuestra casa, llorando a mares, de pena y de rabia. Quizás por la experiencia tan chilena y tan famosa seguramente se creía que había una suerte de especialización. De poder recoger pedazos quebrados de la vida y seguir adelante. Como dijo Federico: -Lo que no te mata, te fortalece-.

Es curioso ese afán de celebrar y recordar años parejos, de muertes y nacimientos de personajes y naciones. Da la impresión de que entremedio, hay una pausa. Un vaivén que no se concreta sino cuando se recuerda. Y lo que menos se recuerda es el legado vivo. En el caso de Olof Palme, su actuar constante siempre se acompañaba su hablar, sus palabras y dichos. Es decir, era un tipo consecuente. Como ejemplo humano sigue vivo pero claro esta, en una cuasi extinción en el plano de las políticas globales.

Por eso las curvas se recuerda hoy de los 20 años que han pasado desde que murió Olof Palme en Estocolmo con un fragmento de uno de sus discursos:
"La democracia es una forma de gobierno que exige mucho. Exige respeto a los demás. No se puede imponer desde fuera una forma de gobierno a una nación. El pueblo tiene que tener derecho a conformar su futuro según su propio criterio. Por eso, la democracia presupone soberanía nacional.

La democracia exige justicia. No se puede ganar a un pueblo llenando los bolsillos de los ricos mientras se empuja a los pobres a una miseria cada vez más grande. No se puede responder a la exigencia de justicia social con la violencia y la fuerza militar. La democracia presupone liberación social.

La democracia no puede alcanzarse con medidas represivas. No se puede salvar a un pueblo devastándolo, quemando las tierras de cultivo, demoliendo las casas, encarcelando o matando a sus habitantes."
Lo dijo nada menos que en febrero de 1968 en una manifestación contra la guerra en Vietnam.

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