13.5.15

Cuidado con los peones: #correaboys

Desde luego, lo picante de ser un ‘traficante de influencias' no tiene el mismo lustre que el título ‘lobbista'.

Dada la facilidad que entrega el mundo chileno político (pequeño, cerrado y con un sistema binominal y resultados que bordan a ser carreras corridas), Enrique Correa ha podido cobrar sumas exorbitantes a sus clientes por casi dos décadas. El estrellato de Correa comienza cuando ‘negocia’ (regala) a Chile con la cúpula dictatorial durante la mal llamada Transición, cuestión que hizo que, en un traumado mundo político, suspiraran sobre la “buena llegada que tenía con los militares” sin despreciar la igualmente buena llegada a los máximos de la Iglesia local (tanto así, que Correa -sin asco- defiende a los pedófilos).

CORREA NEGOCIANDO LO QUE NO ES DE EL

Sus manitos de gatos han estado presentes en cada gobierno de la Concertación para asegurar éxito en cualquier gestión que emprende. Es su sueldo, por así decirlo. Y es una cuestión archiconocida. Y que la familia Luksic sea su cliente number one, no lo es tanto.

Correa ha monetizado su cuidado imagen de ser el fixer criollo, nunca igualado. Aunque Correa insiste en que es un simple creativo de las comunicaciones, su creatividad está en armar un pelotón de peones. Algunos dirán que es una acción poco imaginativa. 

Si una minera tenía problemas legales medioambientales, Correa pescaba el teléfono o, aún mejor, y para bajar esa masa que le dio el apodo de ‘guatón’, corría a La Moneda y asunto arreglado. Y en el siempre desfinanciado mundo de las campañas políticas, donde las manos están estrechadas perpetuamente (porque siempre faltan lucas), Correa jamás piensa que exista campaña demasiadamente insignificante para financiarla, sea una primaria en el PPD (Toha) o candidaturas para diputado (Diaz) o senaturiales (Allende). Son recursos siempre bien invertidos y a largo plazo porque la expansión del establo (más caballos a disposición) es vital para el negocio del tráfico de influencias. Como así también lo es asegurar que mociones/indicaciones/leyes sean presentadas con los detalles que exigen los clientes.

Puesto en otras palabras, lo que Correa hace es conectar las tareas que le invocan los sospechosos de siempre (los flojos empresarios que viven a punta de subsidios estatales) con los acomodaticios políticos mientras sigilosamente alimenta su querida prensa duopólica. Hay pocas noticias que han golpeado el quehacer nacional sin datos entregados por Correa. ‘Mensajes por la prensa’ le llaman. Y con cada paso que da, Correa cobra más.

No obstante, y no es por su avanzada edad, Correa ha visto como su ‘muñequeo’ ha sido mermado y con el estallido del movimiento estudiantil, Correa se confirma el letargo de su poder, y se le hace aún más difícil tejer enlaces comerciales a base de cahuines y/o cobrar favores poco elegantes.

Correa no tiene contraparte dialogante entre los/as estudiantes simultáneamente que sus clientes se ponen nerviosos. Se judicializan los permisos en la minería, aumenta el rechazo a Hydroaysén, los/as ciudadanos/as están en constante estado de alerta, quedan pocas cosas que barrer bajo la alfombra o tergiversar en la prensa ya que con google estamos todos chequeando cada dato o nombre que aparece. No hay teléfono de autoridad en La Moneda que aguante. Además, ya se habla de cambiar esa Constitución que Correa defendió tan bien y hasta de una Asamblea Constituyente.

Un tanto desesperado -digamos- Correa, entonces, entra en un estado de despliegue de sus peones (personas que se han criado en su semejanza). Ni el plan o Correa da para estrategia o estratega, y es burda la movida. Recordemos que el cliente number one de Correa es Luksic. 

Simultaneamente que Correa tiene a la presidenta del Senado (Allende) y el presidente de la Cámara de diputados (Nuñez) en su Whatsapp, hay que limpiar la maleza en el segundo gobierno de Bachelet y poner a la Presidenta en tal estado de ánimo que no le queda otra que bajar la guardia. 

Así, revienta el datito que Luksic se metió con el hijo y nuera de la Presidenta. Así, Peñailillo pisa el palito y cae ante el fuego dateado desde el segundo piso (oportunamente manejado por el hijo de Correa), Escalona aún no se recupera de que Insulza y Correa lo cagaron (entre traidores se ven la suerte, chicoco) y Elizalde es sacrificado. 

Ilustrativamente, aparecen dos #correaboys (un subgrupo de la ConcertaJugend) que a simple vista son clones de Correa: Jorge Insunza y Marcelo Diaz. El primero a cargo de demoler el Congreso con la leyes que emanan desde La Moneda y el segundo, a matizar y seleccionar las comunicaciones. 

Insunza es un tipo bien aplicado (como cualquier clon) y en su corta visita por el Congreso como diputado por el Distrito Pelambres-Luksic (perdón, 9) su lista de mociones y votaciones se lee como el who is who de la clientela de Correa. No hace falta señalar que Insunza hasta hace poco le manejaba el boliche a Correa (oficialmente). En 2014, encontramos propuestas para modificar el Código Minero y Código de Aguas semánticamente escudado por el concepto de querer ayudar a la “pequeña y mediana minería”. 

La cercanía de Diaz, en tanto, no es por su paso como joven profesional en las oficinas de Correa sino por el hecho que nunca levantó candidatura sin los recursos de Correa. 

Pero eso son los peones chicos que vienen a poner en escena la próxima elección presidencial y fomentar el valor de los servicios de Correa. Si bien Correa ya tiene a Viera-Gallo en el Tribual Constitucional (hay que manosear esa AC), queda la ansiedad de la candidatura de Insulza (si, su íntimo amiguí) y como plan B, la de Carolina Toha. 

Presidenta: hubiese sido más fácil llamar a una Asamblea Constituyente Vinculante si al final, tanta movida para no molestar a la SOFOFA y la Gran Minería, tiene los mismos resultados.

[Próximo posteo: cuando Correa andaba buscando la CIA]


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Montserrat Nicolas

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