Desde luego, lo picante de ser un ‘traficante de influencias' no tiene el mismo lustre que el título ‘lobbista'.
Dada la facilidad que entrega el mundo chileno político (pequeño, cerrado y con un sistema binominal y resultados que bordan a ser carreras corridas), Enrique Correa ha podido cobrar sumas exorbitantes a sus clientes por casi dos décadas. El estrellato de Correa comienza cuando ‘negocia’ (regala) a Chile con la cúpula dictatorial durante la mal llamada Transición, cuestión que hizo que, en un traumado mundo político, suspiraran sobre la “buena llegada que tenía con los militares” sin despreciar la igualmente buena llegada a los máximos de la Iglesia local (tanto así, que Correa -sin asco- defiende a los pedófilos).
CORREA NEGOCIANDO LO QUE NO ES DE EL |
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