28.12.10

COLUMNA: El presidente letrado

Columna Radio Universidad de Chile 'El presidente letrado' (27.12.2010).

Decidimos leer el libro de Bush pero sin pagar un solo dólar lo cual nos llevó por el camino criminal: nos robamos un ejemplar en el aeropuerto de Miami. Lo que ocurrió después, es asunto clasificado. Eso si, podemos atestiguar que la letra es grande (tamaño 16) y con enormes márgenes. 

Ante la molestia universal y con una osadía pocas veces antes vista, el ex Presidente Bush (junior) irrumpe en el escenario mundial con un libro que intenta re escribir la Historia occidental.

El cadáver desplumado del Partido Demócrata -los pedazos de lo que alguna vez fue un éxito electoral de Obama- aún ni se faena y la figura gloriosa de una suerte de intelectual remozado, cambia rápidamente la agenda política y mediática.

Al parecer, el complejo de Lázaro es la justificación misma de la magna obra del ex Presidente. Para los despistados, Bush sería un Lázaro del siglo 21 que esparce su amor y perdón.

Se supone que cada Presidente -una vez que deja la Casa Blanca- se debe tomar su buen tiempo para -reposadamente y en el silencio de su despacho de sillones encuerados- reflexionar sobre su gobierno. Qué hizo y qué dejó de hacer. Qué le gustó y qué no. Luego, con la ayuda de unos cuantos amigos, debe ejercer la objetividad académica y refinadamente medir cada palabra antes de mandar el texto final a su editor. Se supone, también, que tamaño texto compone parte del legado que se regala a las futuras generaciones.

Tal como nos acostumbró por ocho largos años, el ex Presidente Bush hace justamente lo contrario.

Con su propia voz y en 14 capítulos (cada uno titulado temáticamente para que no quede duda alguna), el ex Presidente Bush relata su diario de vida. Similar a lo que puede ser una conversación en un bar de mala muerte, los quehaceres domésticos tienen el mismo peso que las decisiones que involucran misiles. Anécdotas van y vienen. Nos enteremos de lo poco amable que fue el mandamás de Rusia (Putin) con su perro regalón Barney (animal odiado por los corresponsales que cubren la Casa Blanca por su tendencia a morder sin discriminación).

Asimismo, conocemos la desconfianza de Karl Rove (alguna vez tildado el ‘cerebro de Bush’) con el pillo del ex vicepresidente Dick Cheney. Bush cuenta -tras una búsqueda frenética de un candidato que hiciera de pareja en el mismo ticket que Bush- cómo Cheney declara, sin tapujos, que no existe humano digno para el puesto, al menos que no sea el mismo Cheney. Rove -alertado por la comodidad oportuna de Cheney – alega que Cheney es un decrépito. Para demostrar su capacidad gerencial, Bush pone ambos en una pieza para que solucionen el tema. El viejo zorro Cheney le encuentra la razón a Rove y todos sabemos como termina la cuestión.

Así, Bush teje una especie de power point pero en papel. Y no está mal. La prosa fluye. Claro, es más didáctico que genial (quizás su mujer Laura supervisó el proceso creativo) pero todo se entiende. En el capítulo llamado Irak se habla de Irak y Bush. En el capítulo sobre la crisis financiera, se habla sobre la crisis financiera y Bush. Ahora bien, ‘Decision Points’ es también una novela de amor. Bush expone su amor por su padre (Bush Senior) quien lo trata -se intuye- como el miembro menos aventajado de la familia y asimismo, el cariño por su madre quien, omnipresente, no se satisface con nada.

Claramente, el libro tampoco es una nueva Ana Karenina o un nuevo Don Quijote ni tampoco un tratado minucioso sobre ocho años en la historia mundial.

Sin embargo, por mucho que se escarbe y olfatee no existen más niveles. Ni arriba ni por debajo. Bush tiene una sola hoja. Es unidimensional, semejante al vilipendiado mapa con su propuesta de ruta hacia el la paz en el Medio Oriente. La conclusión es que el gobierno de Bush se reduce en 14 puntos. Nada más ni nada menos. Y de forma casi perfecta, nada desentona con la figura pública que Bush delicadamente tejió por décadas.

El mismo ex Presidente, quien nos regaló miles de palabras nuevas (los llamados ‘bushismos’) e hizo gran gala de no fomentar pretensiones intelectuales algunas, se esmera para hacer creer -quizás demasiado- al lector (previo pago de 35 dólares…) que él solamente ocupó el sillón gracias a un accidente brutal del destino.

Desde pequeño, Bush vio como su padre insistía en presentarse en Texas a cuanto peldaño electoral posible (sin ser muy exitoso), aprendiendo la lógica de las campañas políticas. Rápidamente, Bush reconoce y perfecciona su forma un poco torpe de hablar (la parodia del cowboy de la televisión) lo cual refuerza la idea de que es un hombre común. Tan común y corriente que hoy ya ni puede ser responsable de sus propios actos. Bush -según el propio Bush- lo hizo todo de buena fe.

Por eso mismo, es tan peligroso el revuelo en la trinchera intelectual. El asombro y falsa sorpresa de que Bush es letrado se mezcla con la usual envidia de quien, sin complejos, logra en menos de un año, escribir, editar, revisar e imprimir un bestseller.

Bush comienza el libro con la siguiente frase: “En mis últimos años de gobierno comencé a pensar que quería escribir mis memorias”.

El mundo sigue con la obsesión de preferir un Bush haciendo el papel del tonto del curso (ese cuando estudiaba, sacaba mala nota y cuando intentaba, fallaba) porque le es más cómodo. Y ahí -tal como en el pasado- está la trampa.

A sus grandes éxitos (iniciar la guerra más larga de EEUU, endeudar el país de forma grosera y mirar en menos la sagrada Constitución) Bush puede agregar un nuevo triunfo: la venta de un libro leído por las masas que autoimpone los límites de su responsabilidad histórica y, por cierto, judicial.

Sin más, el hombre común estampa su propia visión de los acontecimientos, apostando que su libro sea un seguro histórico del cual solamente queda la marca de su nombre. El ex Presidente Bush logra algo que pocos han podido llevar a cabo: tapar sus propias huellas.

4 comentarios:

ernesto dijo...

Me parece ingenuo creer que el libro lo escribió el mismo W (y menos que lo revisó su sra!). Tal como con sus discursos, tiene un equipo dedicado a eso.
Me quedo con la idea del Bush incompetente, no porque sea más cómodo (nada que se pueda creer acerca de él es cómodo), sino porque la evidencia es mucha (y habiendo visto The Ghost Writer de Polanski, me hago una idea de cómo funciona el proceso de estas memorias).
No he leído el libro (ni pienso hacerlo; te compadezco por haberlo sufrido), pero recomiendo esta reseña como contrapunto a tu punto de vista: http://www.lrb.co.uk/v33/n01/eliot-weinberger/damn-right-i-said

Un botón:
"Decision Points holds the same relation to George W. Bush as a line of fashion accessories or a perfume does to the movie star that bears its name; he no doubt served in some advisory capacity."

Saludos,

ernesto dijo...

¿o caí en una inocentada?
(me di cuenta que es 28)

Montserrat Nicolás dijo...

ernesto:
el texto fue tipeado el 16 de noviembre...día después que sale el libro a la venta. y si, Junior lo escribe aunque con mucha ayuda. hay que leer el libro antes de opinar.

gracias

Yasna dijo...

Si ya me estoy imaginando que Piñera, inspirado en G.W.Bush, debe haber empezado a escribir sus memorias en cerro castillo con fogata y guitarreo del negro. No se si iría para la sección de sci-fi, autoayuda, infantil o grandes misterios de la humanidad jajaja.
Uff mi imaginación vuela para los títulos de las memorias de Piñera jajajaja.
Consulta; vale la pena comprarse el libro de G.W.Bush? como cultura general aunque sea?.. obviamente la versión de cuneta.. porke no me alcanza el $$ ni tampoco gastaría por el original de un Bush jajajaja