28.9.08

Camarón ecuatoriano que se duerme...

El referéndum de Ecuador no solo es histórico por si solo, sino además, el presidente Correa logró algo que pocos paises han logrado: saltarse al chileno conflictivo. Aunque el buen ex guatón Enrique Correa jura de guata que el mundo aún está en 1992, intentó de hacer lo que mejor hace, intervenir en asuntos que no le compete. Y debería aprender del pasado.

El cuento corto es que ya hace tiempo Ecuador le pidió a la OEA que acompañara -a través de su Misión de Observación Electoral- a cuanta elección que se venía por delante.

Primero, nuestro buen chileno Jose Miguel Insulza tuvo la delicadeza MAPUCIENTA de mandar a un tal chileno Jose Antonio Viera-Gallo para que supervisara el asunto. Luego, y una vez que los head hunters ubicaron a Viera-Gallo y lo instalaron en La Moneda, Insulza decidió poner a Enrique Correa a cargo.

De ahí en adelante, ha sido una larga lista de llantos y escándalos.

Políticos que se oponían al referéndum mismo, alegaron que el texto sobre la nueva Constitución estaba modificado y no era el mismo que se aprobó en la Asamblea Constituyente de Ecuador.

Muy serio, Enrique Correa opinó que:
"Nosotros observamos procesos electorales, pero no somos ciegos ni sordos, ni tampoco mudos respecto del contexto político en que estos eventos electorales se desarrollan...estamos abiertos, como lo hemos estado siempre y lo vamos a seguir estando, a oír a todo el mundo".
El observador de la OEA agregó que Roldós (el denunciante) sería recibido por José Miguel Insulza en Washington el 17 de septiembre, luego de haberse reunido con él personalmente en dos ocasiones.

Sin embargo, menos de 24 horas después, Correa olvidó que solo pueden observar y no interferir en el proceso electoral porque a viva voz declaró que:
"Nos parece completamente inapropiado el uso de recursos y bienes públicos en campañas electorales" y pidió al gobierno suspender "la publicidad fiscal". Además, dijo que "No objetaremos jamás, la actividad que el Presidente desarrolle para defender la tesis que el gobierno tiene y esta Constitución es parte del proyecto esencial de su gobierno. Me estoy refiriendo básicamente al tema de la contratación de avisos con el presupuesto estatal".

Claro, Correa de paso -sin intención mala alguna- recalcó que "es necesario legislar sobre esta materia (de gasto electoral) porque la legislación ecuatoriana no contiene límites", añadiendo que "ello ayudaría mucho a la buena salud del sistema político."
El tema lo conoce Correa MUY BIEN, eso de usar fondos públicos para una campaña y le hizo un chico favor a la oposición ya que, Insulza no tenía tiempo de recibir a ningún ecuatoriano. Eran momentos de fiestas patrias...

Naturalmente quedó la crema.

El ex asambleísta León Roldós mandó una carta dirigida al presidente Rafael Correa, solicitando que "una comisión independiente de juristas" verificara si el texto sometido a referéndum era el mismo que se aprobó el 24 de julio. Además, Roldós denunció también que el embajador de Ecuador en OEA Efrén Cocíos, estaría presionando Insulza, para que se modificara el encuentro previsto para el famoso 17 de septiembre.

Si eran ciertas las presiones, ¿quién le dijo sobre aquellas a Roldós?

En todo caso, el supuesto "desequilibrio informativo" que observó Correa, mantuvo a Ecuador en vilo por una semana. Tanto así, que el partido Movimiento Popular Democrático (MPD), aliado del Gobierno ecuatoriano, pidió la salida del chileno Enrique Correa, acusándolo de violar su imparcialidad.
"No podemos permitir que siga de jefe de esa misión, un organismo que se encuentra prácticamente parcializado en el país con estas declaraciones" y que sus declaraciones "están destinadas a entorpecer el referéndum". El partido MPD pidió al Tribunal Electoral que se debe "prevenir" al jefe de la misión de la OEA para que "limite sus declaraciones, caso contrario se le solicite comedidamente salir del país".
No pasó nada con eso porque a Correa lo retó hasta el presidente mismo. Rafael Correa expresó su derecho a defender su propuesta de cambio y pedir el respaldo a la nueva carta magna como actor político y se le aclaró a Enrique Correa que la publicidad está destinada a dar a conocer e informar sobre los artículos del proyecto constitucional.

Este último punto algo bien dificil de entender para una persona que le tiene pánico a los referéndum.

Asimismo, el ministro de la Política, Ricardo Patiño consideró inapropiado que la misión de la OEA "le haya sugerido", por posible influencia de la oposición, detener la campaña por el proyecto de Constitución:
"No sé si por algún tipo de presión hayan querido sugerir al Gobierno lo que tiene que hacer, pero me parece inapropiado que lo hagan, ellos tienen que venir a observar el proceso y después comentarlo y punto" y que Enrique Correa "desgraciadamente ha tomado algunos términos de la oposición".

Lo único que logró Enrique Correa era que el presidente de Ecuador por fín lo pescara ya que según Enrique, su observación "no tuvo acogida por parte del gobierno". Por suerte, la OEA no era la única organización que observaba el asunto.

Así, Enrique Correa hizo una de sus clásicas vueltas de carnero y declaró que la OEA:
"No tenemos la impresión de ninguna irregularidad en la integración de las juntas receptoras del voto" y que la OEA tiene una muy buena relación con la Iglesia Católica y los canales de comunicación entre ambos sectores se han mantenido de una forma normal y satisfactoria. Eso, pese a que en sus dos informes oficiales, la delegación no hizo mención a la posición de la Iglesia respecto del proyecto de Constitución.
Un derrotado Correa - la aprobación de la nueva Constitución supera 60%- no se va sin antes declarar -en tono apocalíptico y por favor, no digan que no suena a conocido- que:
"Todos esperan que ese clima de campaña termine el día de la elección", porque "al otro día de la elección viene otro tiempo, con otros tonos y otras prioridades, y esas prioridades deben ser construir instituciones y construir acuerdos".

"A todos nuestros países les conviene contar, en momentos de turbulencia, con gobiernos de mucho respaldo y alta legitimidad, y de relaciones constructivas entre el Gobierno y la oposición...Por eso debemos ser particularmente cuidadosos en nuestros acuerdos internos"...

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